“La ignorancia y el oscurantismo en todos los tiempos no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía”. Emiliano Zapata.
Dentro de la extensa historiografía de Emiliano Zapata, a partir de Magaña, Sotelo Inclán, Womack y Gilly; he querido extraer las siguientes reflexiones acerca de la vida y obra de Emiliano Zapata, así como de la herencia histórica al México posrevolucionario, moderno, e incluso, al México contemporáneo, el de hoy en día. Por eso, la mejor manera de recordarlo es con hechos contundentes, que den cumplimiento a su legado histórico, para con ello, tratar de lograr alcanzar y cumplir los anhelos de justicia social y mejoramiento de los niveles de vida y subsistencia de los que menos tienen; tal y como lo proponía en sus ideales el propio Zapata; y así de esa manera, convertirnos en una país auténticamente libre y soberano, más allá de la tenencia de la tierra, sino también con el derecho al trabajo justo y bien remunerado para todos los mexicanos, en un entorno de paz y solidaridad social, y con un legítimo desarrollo económico. Entendido éste, como una economía en donde haya una justa redistribución de la riqueza, no solo en poder de unos cuantos, mientras que la gran mayoría de los mexicanos -más de 50 millones - viven en la pobreza y en la extrema pobreza.
En esta remembranza, debo comenzar diciendo que: en esta fecha memorable del 10 de abril del 2007, en el que se cumplen 88 años de la muerte trágica del “Atila del Sur”, significa haber querido cortar de tajo, con traición y ventaja, una lucha común del hombre de todos los tiempos y de todos los espacios, y una batalla en pos de la posesión de la tierra por sus verdaderos dueños; tratando también de querer eliminar los esfuerzos y sufrimientos de un pueblo deseoso de alcanzar la auténtica democracia e igualdad económica y social.
Fue así que atraído por las demandas agrarias del Plan de San Luis, izado por Francisco I. Madero, Zapata se incorporó a las fuerzas maderistas, pero una vez que triunfó este movimiento revolucionario, y al advertir y constatar que el reparto de la tierra no se llevaría a cabo, reorganizó a su ejército y se negó a deponer las armas mientras no se hiciera efectivo el reparto de tierras, tal y como había sido su propósito principal al enarbolar la bandera del agrarismo del Plan de San Luis.
La recuperación de las tierras que le habían quitado a los campesinos convertidos prácticamente en esclavos, era su objetivo principal.
Así mismo, quiero resaltar en la presente exposición, que Emiliano Zapata es considerado como un auténtico símbolo revolucionario por haber ayudado a las clases más humildes en su afán de que los pobladores del campo poseyeran su propia tierra. De ahí su lema famoso y grito de batalla: “Tierra y Libertad”. Emiliano Zapata, considerado un idealista, fue testigo importante de muchas injusticias en contra de sus hermanos campesinos, por lo que formuló su programa revolucionario abogando siempre por la devolución de las tierras a la población indígena y por la implantación de una verdadera reforma agraria; razón por la que estuviera resuelto a enfrentar a quien fuera necesario con el afán de pugnar por la creación de una auténtica reforma agraria , que eliminara el desigual reparto de la tierra y considerara los derechos indígenas, modelo de reforma que además se organizaba en cada lugar que conseguía liberar de la opresión.
Zapata inicia su lucha libertaria con la ocupación de tierras en manos de los hacendados en el año de 1909, cuando es nombrado Presidente del Consejo Regente de Anenecuilco, su pueblo natal, de tal suerte que Zapata estaba ya en esos momentos predestinado a continuar la lucha armada, así como ideológica, a través de su Plan de Ayala, - documento que se convertiría en la bandera del agrarismo mexicano – el cual pugnaba por una verdadera emancipación de las clases campesinas oprimidas y explotadas por los grupos de poder de los hacendados y terratenientes, no solo en el estado de Morelos, sino en todo el país. Toda vez que el “Caudillo del Sur”, como Presidente del Consejo Regente de Anenecuilco, se había enfrentado a los poderosos hacendados por el despojo de tierras y aguas de los campesinos de la comarca. Esto, en contra también del gobierno asesino, corrupto y dictatorial de Porfirio Díaz, quien recientemente había designado e impuesto como gobernador del Estado de Morelos, a uno de los más funestos hacendados, Pablo Escandón; mediante un proceso electoral amañado, fraudulento y mediante abusos de poder y violencia, por parte de uno de los más encarnizados defensores de la clase poderosa de los hacendados y latifundistas, el propio Escandón, convertido por naturaleza, en represor violento de los reclamos y demandas justas de aquéllos que demandaban la auténtica posesión de sus tierras,… ¡los campesinos de Morelos y de México!.
Emiliano Zapata estaba consciente de su misión, pues no cejaba de meditar en el hecho de que el campesino tenía hambre, padecía miseria, sufría explotación y se había levantado en armas, con el propósito de obtener el plan que la ambición y codicia que los “patrones” les negaba; y por ello, pagó con su propia vida sus ideales de justicia y libertad, al caer en una emboscada cobarde y vilmente fraguada para privar de la vida al más insigne de los héroes de
Fue así que Emiliano Zapata, el jueves 10 de abril de 1919, cae en la emboscada tendida por el gobierno de Venusiano Carranza, pues al acercarse con su caballo, acompañado por sólo diez de sus leales compañeros a la entrada de la hacienda de Chinameca para encontrarse con Jesús María Guajardo, ese coronel carrancista que le había hecho creer que se pasaría al banco zapatista, fingiendo con ello su deserción, y quien en realidad traía ordenes del general Pablo González para eliminar al “Atila del Sur” como lo nombró el entonces presidente Carranza. Fue entonces cuando una guardia militar que aparentaba le rendiría honores, acribilla cobardemente por sorpresa y a traición al “mártir de Chinameca”.
Conmemorar la muerte de Emiliano Zapata en el escenario histórico que enmarca su asesinato, alcanza actualmente una gran semejanza con los intentos y declaraciones oficiales presentes, en cuanto a las diversas acciones gubernamentales que han venido a gravitar cada vez más en detrimento del desarrollo y bienestar de la clase campesina; como es la inminente apertura total de nuestras fronteras para permitir la entrada-libre de aranceles- de maíz, fríjol, y de azúcar, sin pagar impuestos; medida del libre comercio considerada como desleal, injusto e inequitativo, dentro del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio, (TELECAN), celebrado con los Estados Unidos y Canadá. Lo que implica además, afectar y desproteger, aun más, a la insostenible crisis económica y social por la que atraviesa el campo mexicano, (desde la entrada en vigor del TLC en 1994) así como por elevar – peligrosamente - la dependencia y soberanía alimentaria, poniendo en grave riesgo el presente y el futuro de la gente que vive de las actividades del campo, mismas que cada día son más abandonadas y desprotegidas, producto de las erróneas y escasas –nulas diaria yo- políticas agropecuarias, las que solo han producido una fuerte y constante emigración de nuestros jóvenes campesinos mexicanos, (más de 450 mil cada año) hacia los Estados Unidos de Norteamérica, engrandeciendo, aún más, con su valioso trabajo a la economía norteamericana, pudiendo hacerlo en su propia patria al lado de sus familiares y amigos pero, sobretodo, en su misma tierra, por la que lucharon sus antepasados al lado de los caudillos de
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