Por Nestor Nuñez
Durante todos estos largos años los cubanos pueden testificarlo con creces. Se les ha negado por el imperio la compra de alimentos, insumos industriales, medios de transporte, tecnología para la salud, y medicamentos esenciales.
Al mismo tiempo, han enfrentado acciones terroristas, ataques armadas, sabotajes e incluso la introducción deliberada de epidemias con daños a la ganadería y la agricultura y provocado la muerte de numerosos de ciudadanos, esencialmente niños.
Más de tres mil cubanos han perdido la vida en los últimos decenios a cuenta de esta guerra imperial de mil cabezas.
Mientras, según cálculos conservadores, las pérdidas materiales de Cuba a cuenta del bloqueo ascienden ya a 89 mil millones de dólares, y siguen acumulándose.
Las legislaciones internacionales son bien claras con respecto a estos daños. La Convención de Ginebra para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, aprobada en ONU en 1948, establece como un crimen de lesa humanidad imponer el hambre y las enfermedades a una población determinada para lograr fines de dominación. Seguir leyendo




















































































































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