Hablemos sobre el poeta cubano “Silvio Rodríguez”, que además canta maravillosamente.
Silvio como individuo ha sido trascendido por su misma obra, es un hombre cubano común si…un cantor trovador también, pero sobre todo representa una imagen poética de la revolución cubana, de un pueblo que asumió en sus manos los rumbos de su historia.
Por supuesto todo lo que diga el poeta puede ser usado en su contra y sobre todo en contra de Cuba. En cada país al que llega hay buitres mediáticos esperando un desliz de disidencia, hay públicos temerosos de que defienda o niegue algo sobre la revolución, provomiendo y casi obligándolo a que sus canciones sean ellas las únicas que hablan, interaccionando muy poco o casi nada con el público que lo espera, cediendo tristemente a esa consumo insaciable de canciones “choteadas” que cantan románticamente las masas sin cantera.
Con esta enorme presión resulta difícil soltarse y mostrarse como el poeta creador, doloroso e interpelante, como el cantor trovador que habla a través de sus canciones para y desde el momento histórico que lo reclama.
Y es que Silvio ya no se representa sólo a si mismo, ahora es un hombre que hace y crea eco y, quiéralo o no, y está hablando por su país y por una forma histórica de asumir la desesperanza del mundo.
Este lunes 16 de abril Silvio ofreció su primer concierto en México. Uno de tres, dos en el auditorio Nacional (con boletos desde 180 pesos hasta quién sabe cuánto) y uno en el zócalo gratuito.
Pareciera absurdo pensar que en ese mismo techo del auditorio, donde se ha presentado Riky Martin, Luis Miguel, donde Felipe Calderón festejó su fraude exitoso, en este mismo techo sonaran las canciones de Silvio Rodríguez, el gran trovador, símbolo de generaciones de luchadores y jóvenes revolucionarios.
Su concierto, más operativo y funcional que emotivo y significativo, tuvo sin embargo, una luz en la oscuridad de su contexto. Al cantar la canción del Necio, himno de tantos revolucionarios juzgados, Silvio y su grupo mostraron una nueva versión de esta conocida canción. Era un cambio en la tonada que resaltaba una convicción, una fortaleza reivindicada, digna, acompañados de una melodía oscura como si de un luto se tratara, como esa trompeta que acompaña el féretro de los héroes. Y la letra emergía llena de significado:
Dicen que me arrastraran por sobre rocas cuando la revolución se venga abajo, que machacaran mis manos y mi boca, que me arrancaran los ojos y el bagazo.
Muchos no coincidirán, pero nosotros afirmamos que se trataba de un canto en honor y dedicado a Fidel Castro el “padre” de la revolución cubana.
Será que la necedad parió conmigo…
la necedad de asumir al enemigo,
la necedad de vivir sin tener precio.
Y es que cada frase de esa canción, cada nota fue entonada para recuperar una imagen, y mostrar una dedicatoria silenciosa a Fidel, que inspiraba un contexto vivo e histórico, presente
Yo no se, lo que es el destino,
caminando fui lo que fui
Allá dios, qué será divino
Yo me muero como viví…
yo me muero como viví
YO ME MUERO COMO VIVÍ
Pocas personas en la historia de la humanidad, pueden decir esta frase como Fidel Castro, al cual se le han reclamado, injuriado una multitud de ignominias, razones o calumnias, pero él se muere en él único país latinoamericano que le ha ganado la guerra al imperio opresor de todos los pueblos.
Y los que pudimos por causas y azares estar en ese concierto comprado y vendido, en ese auditorio embrujado, y en ese público masificado, pudimos sentir que el rostro triste y doloroso de Silvio recobraba por un momento el carácter hierático y profundo de su poesía musical y que la cantera inundaba nuestros corazones para sentir cada palabra, cada nota como algo profundo y amoroso.
Triste fue comprobarnos masa, triste fue comprobarnos ciegos al dolor de Silvio al cantar sin aire “La masa sin cantera ”, y dar “Ojalas” que nunca llegan a las cabezas sordas y consumistas de muchos de sus seguidores.
Nosotros mismos, como masa sin cantera, como público hipócrita y pasivo, como consumidores de un producto que se vende y se compra, fuimos buitres esa noche…insaciables, hambrientos de nuestras canciones favoritas, como si su poesía no emergiera del dolor y de la vida, sino de románticos sentimentalismos o “modas” revolucionarias. Y Silvio triste…Silvio cansado, Silvio harto, Silvio distante, Silvio contradictorio, Silvio hombre.
Alguna vez mencionó en una entrevista que el público que él prefiere, es el publico que escucha, que sabe escuchar, con cierto sentido de disciplina en el teatro. Bien podríamos complementar esto diciendo que a nosotros el Silvio Rodríguez que nos gusta NO ES EL de masas sin cantera , de multitudes con boleto o sin boleto, sino el Silvio de marchas, huelgas y revoluciones, de amores y abrazos, de necios, como el Che, como Zapata, como Fidel.
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