Pedro Echeverría V.
1. Otra vez Oaxaca, el estado rebelde e indomable. La comunidad solidaria con sentimiento profundo. El pueblo explotado y miserable, pero con la dignidad del tamaño del universo. Los gobiernos del PRI, a través de muchas décadas buscaron someterlo. Los gobiernos de Fox, luego el de Calderón (los dos pertenecientes a la derecha panista), los han reprimido con saña. Pero el pueblo indígena, campesino, sus profesores, los luchadores sociales que han surgido de sus grandes batallas, han aprendido que su liberación sólo puede ser obra de ellos mismos.
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El caso de los presuntos sabotajes a la infraestructura de Petróleos Mexicanos en Guanajuato y Querétaro encierra alta complejidad. El asunto reintroduce el factor de la violencia en sus dos variables: estatal y revolucionaria. Se ha manejado que los sabotajes fueron en respuesta al reinicio de la guerra sucia gubernamental, expresada concretamente en las prácticas sistemáticas de la tortura, las detenciones-desapariciones, el paramilitarismo y la toma de rehenes (hermanos Cerezo). En sendos comunicados, el Ejército Popular Revolucionario (EPR) se adjudicó los sabotajes, en lo que dijo que era el inicio de una “campaña nacional de hostigamiento” a los “intereses económicos” de la oligarquía (considerados “objetivo militar”) y el gobierno “antipopular” e “ilegítimo” de Felipe Calderón. Asimismo, tras anunciar que habrá más acciones “quirúrgicas”, calificó de “fascista” al régimen de Ulises Ruiz en Oaxaca y lo hizo responsable de la detención-desaparición de dos de sus compañeros el 25 de mayo último, acción en la que involucró a los coordinadores regionales de la Policía Federal Preventiva (PFP) y la Agencia Federal de Investigación (AFI).
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Cosechan sabotajes
Eduardo Ibarra Aguirre
Desde el 25 de mayo pasado se hallan desaparecidos los ciudadanos Edmundo Reyes Amaya y Raymundo Rivera Bravo o Gabriel Alberto Cruz Sánchez. 46 días después, la infraestructura carcelaria –legal e ilegal– de la Secretaría de Gobernación, la Procuraduría General de la República y Ulises Ruiz Ortiz negaron tener a los militantes del Ejército Popular Revolucionario. El alto mando militar guarda silencio, lo cual es indicio de que podrían estar en su poder y en pésimas condiciones físicas.
Confusiones
Carlos FazioEl caso de los presuntos sabotajes a la infraestructura de Petróleos Mexicanos en Guanajuato y Querétaro encierra alta complejidad. El asunto reintroduce el factor de la violencia en sus dos variables: estatal y revolucionaria. Se ha manejado que los sabotajes fueron en respuesta al reinicio de la guerra sucia gubernamental, expresada concretamente en las prácticas sistemáticas de la tortura, las detenciones-desapariciones, el paramilitarismo y la toma de rehenes (hermanos Cerezo). En sendos comunicados, el Ejército Popular Revolucionario (EPR) se adjudicó los sabotajes, en lo que dijo que era el inicio de una “campaña nacional de hostigamiento” a los “intereses económicos” de la oligarquía (considerados “objetivo militar”) y el gobierno “antipopular” e “ilegítimo” de Felipe Calderón. Asimismo, tras anunciar que habrá más acciones “quirúrgicas”, calificó de “fascista” al régimen de Ulises Ruiz en Oaxaca y lo hizo responsable de la detención-desaparición de dos de sus compañeros el 25 de mayo último, acción en la que involucró a los coordinadores regionales de la Policía Federal Preventiva (PFP) y la Agencia Federal de Investigación (AFI).
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