lunes, 11 de febrero de 2008

El PAN de Felipe Calderón es una convergencia de organizaciones clandestinas


Ultraderecha mexicana

Gaston Pardo
Red Voltaire

Para los analistas de la derecha en México, ésta aparece en su inicio como un archipiélago de grupos políticos, por cuyos canales se mueven élites regionales que aspiran a influir en la integración del poder en México por los dos medios que reconoce el sociólogo alemán Max Weber: por medio de los mecanismos electorales previstos por las leyes ad hoc, y por medio de la integración soterrada a los equipos del poder de miembros de las élites ahora rebasadas por la nueva burguesía de los negocios ilícitos.

El Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales sobre el que ha prevenido Pierre Hillard, de la Red Voltaire (Hacia la construcción de una comunidad de América del Norte), entra en la escena para privatizar, mediante su control de los círculos panistas, todo lo que es aún privatizable. Una mirada a los grupos de derecha es necesaria para explicar los motivos de los cambios que han abierto el paso al CMAI.

Felipe Calderón Hinojosa alcanzó la presidencia de la república por la acción de grupos elitistas descritos en el libro Cuba 88 obra de Luis Calderón Vega, grupos nacidos en la Unión Nacional de Estudiantes Católicos que entre 1937 y 1939 intervinieron en la formación de la organización secreta denominada la Base, como se revela en la comparación de los nombres de quienes intervinieron en la UNEC con los de los cuadros medios panistas activos hasta los años sesentas. Sus herederos siguen siendo el motor del PAN y de la nueva variable del neopanismo ligada al CMAI, que acaba de reinstaurar Felipe Calderón para preparar la privatización de los energéticos.


Las élites panistas han dejado de confrontarse con las que el partido oficial (PRI) en sus distintas etapas formó en los años transcurridos de 1929 fecha de su fundación hasta 2000, cuando el PAN ganó la presidencia de la república. El nuevo establishment ha abierto el camino al modus operandi de élites priistas que conviven muy a gusto con las impulsadas por el PAN, aunque en el inner circle del presidente Felipe Calderón se mueve una élite de estructura clánica, que va de José María Basagoiti, de quien se rumorea que es el empresario fundador del Yunque, a César Nava, ex secretario particular de Calderón y desde hace unas semanas flamante secretario general del PAN.


Este nuevo entreveramiento elitista ha podido surgir porque su contraparte, la socialdemocracia latinoamericana, la mexicana en especial, ha quedado dliluida en el social liberalismo, lejos aún de la fórmula democrática, fragilizada además por la debilidad de la clase obrera y de las organizaciones sindicales y deslegitimada por su renuncia a la transformación social. La Fundación Friedrich Ebert en México, por ejemplo, se dedica a dar lecciones a los sindicatos mexicanos sobre como ser buenos movimientos globalizadores en lugar de fomentar al menos el espíritu reformista entre la alta burocracia sindical.


Con su izquierda mediatizada por la corrupción, que está mucho más generalizada en México que en los países del norte, como dice José Vidal-Beneyto, la derecha mexicana encuentra el campo propicio para manejar las cosas a su antojo. De tal mamera y a falta de una opción política más servil frente a los intereses anglosajones, la derecha mexicana prepara el terreno para privatizar los energéticos, para poner los sistemas de seguridad y los dispositivos de defensa de la nación a merced de la estrategia de seguridad norteamericana y del Comando norte, y para reprimir a propios y extraños dentro de las fronteras nacionales. Los pactos secretos en los que se consagra el sometimiento de la élite política norteamericana tiene cada día más agujeros porque la mística mentirosa del combate al terrorismo (un terrorismo que sólo existe en la mente perversa de la familia Bush y los suyos) será abatida con un gobernante de nuevo tipo, incapaz de ver en las élites derechistas mexicanas a cómplices en potencia.


Conformación de las élites reaccionarias


En los altos cargos de la administración pública mexicana, en cualquier etapa de la historia moderna, han sido inevitables ciertos apellidos, como De Teresa, Legorreta, Ortiz Monasterio, Sodi, Reyes Retana, Ruiz de Chavez, Vicencio, cuyas figuras actuantes jamás alcanzarían el poder por la vía electoral, pero que en cambio aseguran sus vías de acceso por los mecanismos exclusivos de las élites. Estas pululan en las sociedades de ideas, numerosas aún aunque sus ideas sean escasas, en los partidos políticos de todos los tamaños y en los grupos de presión que si bien la teoría política los diferencia de manera tajante de los partidos políticos, esa diferencia tiende ahora a hacerse invisible. Esta clasificación de los grupos de derecha mexicanos que figura en wikipedia es la que mejor expresa las ambiciones diseñadas bajo la forma de principios y valores:


* La derecha conservadora, interesada en la preservación de ciertos valores morales de la tradición católica, tal como eran reivindicados por las corrientes influidas por los conservadores españoles como Ramiro de Maeztu, Juan Vázquez de Mella, Juan Donoso Cortés, José Antonio Primo de Rivera. Bajo estas vertientes ideológicas fueron emplazadas en México las organizaciones católicas, secretas o no.


* La derecha liberal, defensora del liberalismo económico y generalmente opuesta a la acción del Estado como regulador de la actividad de los particulares; a esta corriente pertenecen los nuevos grupos secretos unificados de 1968 en adelante bajo el auspicio de ideólogos como Leo Strauss, satanista nietzscheano importado del bunker neoliberal bushista. El Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, lobby sionista de México, es el mayor tentáculo del bushismo en México para la privatización y para comprometer a la nación en los engranajes "antiterroristas" de los straussianos. Al respecto se recomienda la lectura del artículo citado de Pierre Hillard, aparecido en el Réseau Voltaire.


* La ultraderecha es el término peyorativo usado por militantes de izquierda para describir a grupos que sostienen versiones extremas de los dos anteriores puntos y esfrecuentemente acusada de influir y orientar en los gobiernos panistas en términos caracterizados por las "teorías de la conspiracion". La corriente hispanista se ha debilitado en beneficio de la que deriva de los animadores de la Sociedad Mont Pélerin, formada en México bajo el auspicio del gobierno Ernesto Zedillo (1988- 1994).


La wikipedia expresa, no obstante, que esta clasificación es insuficiente porque no incluye a todos los grupos mexicanos de derecha. Por ejemplo, a conservadores mexicanos célebres como el hispanista Lucas Alamán, que fueron partidarios en el periodo inicial del México independiente del proteccionismo económico y de un sistema financiero al servicio de la acumulación racional de riqueza. La derecha mexicana como categoría social es, en parte, una construcción histórica que obedece a la asunción del poder por los liberales del siglo XIX y que se consolidó durante las primeras décadas del siglo XX con el presidencialismo posrevolucionario. No ha hecho escuela Alamán entre los derechistas del momento si bien hay uno que otro por allí que se reclama de su causa.


Contundente es el psicoanalista Fernando González al situar esta diversidad en su libro vital para la comprensión de la guerra cristera (Matar y morir por Cristo Rey, editado por la UNAM en 2001) como cultura: "...son, pues, distintas culturas católicas funcionando, pero también entreverándose. Cultura(s) católica(s) que permite(n), al mismo tiempo las catacumbas y la vida pública, de la cual se ha hablado y escrito muy poco hasta la fecha". El también sociólogo doctor González explica por primera vez en un libro el origen de las organizaciones católicas de carácter secreto que localiza en la U (Unión de Católicos Mexicanos), fundada por el sacerdote Luis María Martínez -que en 1936 sería ungido arzobispo primado de México-, y por Alberto Abascal, padre de don Salvador abascal, quien habría de ser un fundador de la Unión Nacional Sinarquista. A ella perteneció también Mauro González, padre de Efraín González Luna, futuro integrante del equipo de fundadores del PAN, entre otros. Seguir leyendo

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