lunes, 3 de diciembre de 2007

El zapatismo a 24 años de la ruptura



Rafael Sandoval Álvarez

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional nació en noviembre de 1983. Desde el primero de enero de 1994 hemos sido testigos de la gestación del modo de hacer política zapatista y el inicio de una ruptura contra la idea de la política y lo político que se circunscribía sólo en los márgenes y límites del poder y el Estado. La pluralidad de sujetos que están constituyendo al zapatismo rompe con los paradigmas de la política que han sido dominantes y se proponen una política anticapitalista, empezando por dejar de hacer formas que reproduzcan las relaciones sociales capitalistas, a través de experimentar un tipo de organización social donde la autogestión y el autogobierno son formas embrionarias de una nueva política.

El ejercicio de la autonomía y la dignidad establece las bases para crear una nueva forma de hacer política, que a su vez deje de reproducir las relaciones sociales capitalistas. Además se parte de que la autonomía de un colectivo no es posible sin el ejercicio de la autonomía de cada uno de los sujetos singulares que lo componen y viceversa, y que por tanto involucra una historia individual y colectiva; dicho de otro modo, lo colectivo creador está constantemente alimentado por los sujetos singulares con su imaginación radical, que es indispensable para la acción creativa como ejercicio de la autonomía y la dignidad.

Así pues, la experiencia que los sujetos zapatistas han tenido a través de su práctica política y el reconocimiento de los elementos que aportan para la transformación de la cultura, el sistema político, la política misma y su propia constitución como sujeto social, tiene una base fundamental en principios que prefiero ilustrar con una declaración de su principal vocero: "Hay que cambiar las formas organizativas, incluso rehacer el quehacer político para que esto sea posible. Cuando decimos no a los líderes, en el fondo también estamos diciendo no a nosotros (se refiere al EZLN)… consideramos que no es ético que todo se valga por el objetivo del triunfo de la revolución… no creemos eso de que el fin justifica los medios. Finalmente nosotros pensamos que el medio es el fin. Construimos nuestro objetivo a la hora que vamos construyendo los medios por los que vamos luchando. En ese sentido, el valor que le damos a la palabra, a la honestidad y a la sinceridad es grande, aunque a veces pequemos de ingenuos" (Sub Marcos, 2001).

Respecto de las razones por las que se rebelaron las comunidades y pueblos indígenas que formaron el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, me parece relevante destacar lo que su vocero declaró durante la gira por los diferentes estados de México el año pasado, como parte de la Otra Campaña, donde comentó haber recordado que en 1992 las comunidades indígenas de Chiapas empezaron a decir que ya era hora de hacer algo, de rebelarse, y por lo cual decidieron en el EZLN consultar, preguntar, para tomar decisiones, pues entonces como en 2006, observa que: "Cuando alguien empieza a hablar la posibilidad de otra cosa: no de la muerte, sino de vivir, de ganar, de sacar a los finqueros, de derrotar al rico, al que te está humillando. Pero esto (dice) no es que se corra la voz, sino que es como parte del inconsciente colectivo que llega a esa conclusión y empieza a producirse en las asambleas, porque fueron casi simultáneas, ni siquiera podías decir: es que a esos los influenció la asamblea anterior. Fueron así, simultáneas… Y, entonces, como a mí me tocó hacer ese recorrido y ver las argumentaciones en lengua de los pueblos: esa mirada, esas palabras y esos silencios, son los que estoy viendo ahorita" (Sub Marcos, 2006).

En el contexto de una estructuración social como la capitalista, la ruptura de las relaciones sociales no es posible sin atender el factor subjetivo representado por el quehacer social de los sujetos.

Las formas de hacer política y las iniciativas que los sujetos sociales implementan a través de su práctica, constituyen dos elementos que determinan la reproducción de las relaciones sociales de dominación o la ruptura con dicha dominación en su proceso de autoemancipación.

La perspectiva zapatista ha pretendido trascender la forma en que la mayoría de los intelectuales de izquierda y los revolucionarios han pensado al Sujeto, limitándose al ámbito de la realidad económica y de lo político, dejando de lado lo cultural y lo que ello trae consigo si no se reconocen las diferencias, que tiene su soporte en la hegemonía del pensamiento occidental, el dominio del hombre sobre la naturaleza, es decir, la deshumanización.

Pensar sobre cómo la forma de hacer política zapatista se va constituyendo en las ciudades de México, presenta la exigencia de no seguir ignorando el factor subjetivo, pues las condiciones en cada lugar son diferentes y son condicionantes al sujeto entendido como productor y al mismo tiempo producto de sus circunstancias, y esto obliga a una reflexión desde una perspectiva de conocimiento diferente: "Si me permites la imagen cronológica, el reloj de abajo tiene otro ritmo y el calendario ahí exige más compromisos y en todo. Si arriba son los medios electrónicos (la televisión señaladamente) los que dictan y acompañan la agenda del poder, abajo se escribe un libro en el que no existe la palabra 'fin'. Cada cual va agregando letras, palabras, páginas, hasta capítulos enteros como lo son el de la revolución iniciada en 1910 y el 68. Este libro camina más lento, es cierto, pero tiene los pies de quienes tienen a la lucha como forma de vida. Avanza, incluso cuando las derrotas que escribimos no se pueden achacar a la sierpe de siete cabezas, sino a las pequeñeces que arrastramos." (SCI Marcos, 2005).

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