sábado, 21 de julio de 2007

Oaxaca: entre la Guelaguetza y la Guerraguetza


Todo un éxito

En el contexto del conflicto entre la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y el gobierno de aquel estado, la celebración de la Guelaguetza -una de las principales fiestas de la entidad- se ha convertido en posible detonador de la violencia, tal y como sucedió el pasado lunes 16, cuando la policía bloqueó el acceso de los manifestantes al auditorio del cerro de El Fortín, dejando un saldo de 40 heridos y 60 detenidos. Este enfrentamiento, o Guerraguetza, podría repetirse el lunes 23, cuando está programada la primera de dos presentaciones de esta celebración: el gobierno de Oaxaca apoya una fiesta marcada por la comercialización y el folclor, mientras los inconformes pretenden realizar una versión que recupere su sentido de fiesta de intercambio y cooperación.

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La Guelaguetza roja

Carlos Beas Torres

El año pasado y como parte del gran movimiento ciudadano que se levantó en Oaxaca demandando la democratización y la destitución del gobernador Ulises Ruiz, se celebró por vez primera y de manera exitosa la Guelaguetza popular, un gran festival que contó con la participación de cientos de auténticos danzantes indígenas provenientes de todas las regiones del estado y de más de 30 mil asistentes, los cuales lo disfrutaron de manera gratuita.


Este año el movimiento ciudadano impulsó de nuevo la realización de la Guelaguetza popular como una forma de protesta, pero también de recuperación de una fiesta tradicional desvirtuada por los mercaderes y los políticos. La calenda realizada el pasado domingo 15 de julio fue todo un éxito, ya que los danzantes caminaron por las calles de la capital del estado acompañados por la música y por la algarabía de decenas de miles de oaxaqueños, quienes coreaban además demandas políticas entre las que sobresalía la innegociable destitución del mal gobernador.


Sin embargo, y al igual que el año pasado, un clima de hostigamiento y de represión fue el preludio de la celebración de la Guelaguetza popular.


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