viernes, 16 de marzo de 2007

Crónica de la Represión en Mérida

Por Mauricio Macossay Vallado

Unas 200 personas desde las 6 de la tarde, marchamos del Parque de Santa Ana al Hotel Fiesta Americana sobre el Paseo de Montejo, que junto con otros hoteles del área están convertidos en fortalezas que resguardan a Bush y a Calderón, con alrededor de 9 mil militares y policías estadounidenses, Estado Mayor Presidencial, ejército, policía federal preventiva y policía yucateca, violentando la soberanía nacional e importantes garantías constitucionales y derechos colectivos e individuales ciudadanos de los vecinos del área y de toda Mérida.

A unos 100 metros antes del hotel, sobre el Paseo de Montejo, una decena de policías federales pusieron unas vallas pretendiendo cerrarnos el paso y al encararlos nos empujaron e insultaron, provocando un incidente que pudo haber generado violencia. Ante nuestra firmeza y decisión, sin recurrir a violencia alguna, se vieron obligados a desistir y se retiraron. Continuamos avanzando hasta llegar a las vallas de acero de 3 metros de alto, que están instaladas frente al hotel referido, desde antes del amanecer del día 12.

Ahí expresamos nuestro repudio a Bush, a los intereses que maneja y pretende imponer en nuestro país con lujo de cinismo y falsedad demagógica, y a Calderón por su actitud servil y entreguista.

Unos cuantos jóvenes lanzaron algunas piedras por encima de la pared de acero. La policía devolvió las piedras e hirió a una reportera radiofónica que tuvo que ser llevada a un hospital privado cercano.

Se hicieron pintas de la pared y se hizo ruido para expresar el repudio a las exageradas y desproporcionadas medidas de seguridad y control.

Decidimos continuar la protesta trasladándonos en marcha a la Plaza Grande, ante el acoso de periodistas y fotógrafos y decenas de policías encubiertos e infiltrados en la marcha, que generaron algunos incidentes menores, entre ellos y algunos jóvenes manifestantes.

Al llegar a la Plaza Grande y acercarnos al Palacio de Gobierno Municipal, alrededor de las 8 de la noche, una decena de jóvenes acelerados arremetieron contra algunas puertas y lámparas y se confrontaron con policías antimotines que se encontraban en dicho edificio, sin que el incidente pasara a mayores. Se recuperó la calma y la protesta continuó. Rompieron algunas puertas de vidrio y un postigo de madera, lámparas y unas cuantas macetas ornamentales.

Unos 15 minutos después cientos de policías antimotines estatales y municipales llegaron en decenas de vehículos, camionetas, camiones y patrullas y arremetieron con lujo de violencia y prepotencia, corretearon y detuvieron en la plaza y calles circunvecinas sin averiguar nada más, a unos 40 jóvenes que vestían informalmente (muchos de ellos menores de edad). La mayoría de los detenidos no participaron en el incidente violento en el palacio municipal.

El exagerado y abusivo operativo policiaco no buscaba resguardar el edificio y calmar las cosas, sino reprimir, perseguir, golpear y detener en venganza a decenas de jóvenes, seguramente en la idea de imponer un escarmiento ejemplar, infundir temor, frenar las protestas y evitar que más gente se uniera a ellas. Sabemos de un amplio repudio social a la visita del sátrapa y su reunión con su escudero, aunque sólo unos cientos seamos capaces de salir a la calle a externarlo.

Las personas que estábamos en la manifestación y cientos más que se acercaron al ver el impresionante desplante de brutalidad policíaca, expresamos de muy diversas maneras nuestro repudio a los hechos, especialmente al comportamiento policiaco.

Seguramente manipulando los acontecimientos, arreciará la campaña de prensa, radio y televisión local y nacional, contra las legítimas protestas y quienes participamos en ellas, pretendiendo presentarnos como vándalos violentos y sin razón

Creemos que debe procederse de acuerdo a la legalidad constitucional y en el espíritu de una justicia auténtica, tan lejano de las autoridades actuales, para investigar a fondo los hechos y liberar a la brevedad a los detenidos, casi todos injusta y arbitrariamente, así como castigar, ejemplarmente si, los excesos y abusos de la policía, que son a todas luces inaceptables y que sólo echan gasolina a la hoguera del creciente descontento social que prevalece en la sociedad yucateca toda, ante la exclusión generalizada y que golpea especialmente a los jóvenes.

Pedimos la más amplia solidaridad local, regional, nacional e internacional para denunciar y exigir el alto a la represión en Yucatán, que se da precisamente en el marco de la visita de un sátrapa y asesino y de operativos de seguridad desproporcionados, que violan la constitución y despilfarran importantes cantidades de recursos públicos, que se niegan para el gasto educativo, de salud y de servicios públicos para toda la sociedad.

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